Resumen

Cómo aprenden los niños y cómo se les puede ayudar cuando tienen tiempos diferentes.

Cómo aprenden los niños

En base a la neurociencia actual sabemos que los niños se implican más cuando las actividades que se les proponen se diseñan atendiendo a sus intereses. Es decir, a aquello a lo que presta atención durante más tiempo, que despierta su curiosidad y le mueve a la participación. De ahí la necesidad de rediseñar los itinerarios de aprendizaje y desarrollar actividades que le ofrezcan múltiples elementos de atracción, de interacción y de experiencia y práctica. 

En este sentido, actualmente se considera necesario que las actividades de aprendizaje pivoten sobre tres aspectos básicos. Estos son: que les ofrezca la posibilidad de interactuar con el entorno; que contemple la posibilidad de poner en práctica habilidades personales reales; y, finalmente, que esas actividades les permitan adquirir nuevas competencias. Así se conseguirá motivarlos a participar de una manera activa, a explorar aquello que les resulta ajeno y a darse cuenta de la relación entre sus acciones y las consecuencias de las mismas, es decir, a implicarse. Por lo tanto, necesitamos sistemas educativos y entornos de aprendizaje que se adapten a la diversidad de niños/as y a la variabilidad de modos de aprender y no pretender que sea al revés, dicho de otra manera,  encajar a los niños/as en los sistemas.

Niños jugando

Aprendizaje e interacción

Otra parte fundamental del proceso de desarrollo de los niños estriba en la interacción entre aprendizajes y patrones de comportamiento de experiencias anteriores y la adaptación a su entorno, especialmente con el más directo (familia, amigos, escuela infantil, etc.), pero, al fin y al cabo, con todo lo que le rodea ya que  tiene poder de influencia sobre él y viceversa. ¡Ya lo dijo Bronffebrenner en los años 70! De ahí que haya que colocar a la familia en el centro del proceso de aprendizaje de los menores como guías, modelos y facilitadores de oportunidades de experiencias. En la Fundación Montañés somos conscientes de que los procesos de desarrollo se basan, en gran medida, en la interacción que existe entre el aprendizaje, que se da entre las experiencias diarias que tenemos y la repetición y variación de esos  patrones, es decir que sean cada vez un poco más complejos, compartiendo su tiempo y actividades con el apoyo de los cuidadores y progenitores.

Niños jugando

Niños con otras capacidades y aprendizaje

Todo lo señalado hasta el momento sobre el aprendizaje sirve para todos los niños, sin distinción. Independientemente de que presenten un desafío para su desarrollo o no. Aunque, en el caso de quienes tienen algún tipo de trastorno hay que prestar especial cuidado a la naturaleza y la calidad de las relaciones que se establecen en las etapas más tempranas. Y es que, es aquí donde pueden manifestar dificultades, a la hora de participar,  relacionarse con el entorno y por extensión, de percibir los estímulos de manera que les  motiven a participar y a explorar. En ocasiones, estas dificultades no resultan sencillas de abordar o de darles respuesta desde las familias que acompañamos. De ahí que quienes integramos la Fundación Montañés, trabajemos con las familias en este sentido. Con el objetivo de que sepan reconocer esas señales y puedan responder a ellas de una manera responsiva y sensible, que favorezca el desarrollo del niño y los objetivos que se pongan como familia.

 

El juego como mecanismo de aprendizaje

Una manera efectiva en la que podemos interactuar y promover el aprendizaje de los niños es empleando el juego como motor del aprendizaje. ¡¡Todo puede ser un juego!!. Y es que la relación que establecemos entre emisor y receptor en un juego nos permite conocer al niño, nos ayuda a identificar señales y nos facilita mantenerlos implicados durante el juego. Es un “dar y recibir”, es decir la interacción en el juego se da en las dos direcciones sin importar quién la inicie pero sí cómo se responde a tal intercambio.

El modo en el que aprenden los niños/as es una de las bases de nuestro trabajo, es la que promovemos en la Fundación Montañés, donde consideramos que independientemente de las particularidades de cada niño, todos deberían tener la oportunidad de experimentar una y otra vez con lo que les motiva, les llena, y les da sensación de logro para querer seguir aprendiendo.