La Atención Temprana actual

La Atención Temprana (AT) actual es muy diferente a la que se desarrollaba hace unos años. Se ha ido transformando al tiempo que lo ha hecho la sociedad en la que vivimos gracias a los avances que nos ha proporcionado la investigación. En especial, se han hecho cambios en lo referente al foco de la intervención, a  los objetivos sobre los que diseñar la intervención, los modelos de trabajo, el marco legal (en nuestro país está en pleno proceso de revisión), y a la labor de las entidades implicadas en la atención a la infancia. 

Cómo ha evolucionado el concepto de AT

La evolución legislativa y las acciones puestas en marcha en España han conllevado una importante evolución en el concepto de la AT. La principal es que ha pasado de intervenciones asistenciales de carácter “clínico-rehabilitador”, basadas en abordar los déficits que presentaban los niños/as, a la adopción de medidas de prevención y acciones que contemplan los aspectos biopsicosociales y educativos del desarrollo del menor en los que se ven implicadas todas las personas y entornos que lo rodean.

Para comprender la Atención Temprana del siglo XXI, debemos conocer los diferentes términos y definiciones por los que ha pasado. Así, la primera vez que se utilizó un término para hacer referencia a las acciones asistenciales dirigidas a los niños/as con algún trastorno en su desarrollo, fue en los años 70, donde nació la expresión “estimulación precoz”. En ese momento, las intervenciones de AT se focalizaron en la afectación que tenía en niño en cuanto a su desarrollo, y su finalidad era conseguir, desde un enfoque rehabilitador, la normalización del desarrollo infantil temprano. El peso del proceso recaía en el profesional experto, que tomaba todas las decisiones al respecto de la intervención, quedando la familia relegada a segundo plano.

En los años 90 fue cuando empezó a utilizarse la expresión “estimulación temprana”, en referencia a la AT. En este momento, las acciones seguían centradas en el niño y sus déficits, y se intentaba estimular al máximo sus capacidades para que se fueran aproximando a los estándares de lo que se consideraba como “desarrollo normal”. El profesional continuaba liderando la intervención, y la familia era la receptora de las pautas que se debían seguir.

En el año 1998 se introdujo el término de “Atención Temprana” tal cual lo conocemos hoy. También fue el momento en el que se empezó a tener en cuenta que las actuaciones no solamente debían estar dirigidas al niño, sino, que también debían contemplar a la familia y a la comunidad en la que ésta vivía. Algo muy importante, pero que solo se plasmó a nivel teórico, a nivel práctico, seguía imperando el “modelo experto” realizado en centros específicos con materiales ajenos a la vida del niño.

El año 2010 fue una fecha clave en la transformación de la Atención Temprana de nuestro país. Fue el momento en el que se empezó a plasmar “la teoría en la práctica”, utilizando los pilares de la neurociencia, del neurodesarrollo y el enfoque biopsicosocial de las personas. Algo que ya se realizaba desde los años ‘80 en otros países con resultados muy positivos,  y que permitió adoptar a nivel nacional un conjunto de prácticas y herramientas de valoración e intervención basadas en evidencia científica, para ponerlas a disposición de los profesionales de Atención Temprana lo que se conoce como Enfoque Centrado en la Familia. Fue en ese momento cuando empezaron a extenderse las Prácticas Centradas en la Familia (PCF), como modelo que mejores resultados demostraba tanto en el desarrollo del niño como en el funcionamiento de todo el sistema familiar. Esto es posible, gracias a que las PCF focalizan la intervención en el funcionamiento y las fortalezas, no sólo del niño, si no, de todo el sistema familiar y contextual que lo rodea.

A partir de esta fecha, los servicios de Atención Temprana comenzaron a salir de las “salas ideales de tratamiento o de terapia” para intervenir en el “mundo real”,  en los entornos cotidianos de las familias, donde se generan los aprendizajes útiles de verdad. 

Este es el momento también en el que se evidencia otro gran cambio, el de la relación de colaboración horizontal “de tú a tú”, entre el profesional de referencia de Atención Temprana (experto en desarrollo infantil), con la familia, (experta en su hijo/a y en su manera de vivir). En esta manera de trabajar, abordan desde la colaborción las preocupaciones y necesidades que la familia identifica y que sirven como motor para las intervenciones, de manera que se promueve el desarrollo global de su hijo/a de manera holística dentro de su cotidianidad, buscando fomentar la participación, autonomía y relaciones sociales.  

Así pues, la evolución conceptual y práctica de la Atención Temprana hasta el momento actual, ha conllevado el planteamiento de nuevas propuestas de definición de la misma. Una de las más completas de las que encontramos en la literatura actual, es la que dan Dunst y Espe-Sherwindt, investigadores de referencia en AT a nivel mundial: “La Atención Temprana consiste en los diferentes tipos de apoyo a la crianza de los hijos que brindan los profesionales de la primera infancia y otros miembros de redes sociales, para proporcionar a los padres el tiempo, la energía, los conocimientos y las destrezas necesarias para involucrar a sus hijos en las oportunidades cotidianas de aprendizaje infantil que promueven y mejoran la confianza y la competencia tanto del niño como de los padres”

Nosotras

El Centro de Desarrollo Infantil y Atención Temprana de la Fundación J.D. Montañés (CDIAT Fundación Montañés), somos un servicio comprometido con ofrecer lo mejor a las familias que acompañamos. Por ello seguimos la metodología de las Prácticas Centradas en la Familia, Prácticas Recomendadas por la evidencia científica actual (Division of Early Childhood), porque demuestran resultados positivos en el desarrollo y funcionamiento de los niños/as con algún desafío en su desarrollo o en riesgo de padecerlo, y a la vez en sus familias y en otros cuidadores implicados.

Esto es así porque los beneficios de la Atención Temprana actual pasan por establecer una relación de colaboración entre los cuidadores principales y los profesionales, de cara a lograr el objetivo clave de la Atención Temprana: impactar en el desarrollo de los niños y niñas a la vez que se fortalece la competencia de los cuidadores, su empoderamiento y la Calidad de Vida Familiar. 

Para ello es necesario, considerar las fortalezas que tiene cada familia, crear un clima de confianza para tomar decisiones informadas, identificar necesidades y redes de apoyo, e involucrarlos como principales agentes activos en todo el proceso de Atención Temprana. Un aspecto que les permite desarrollar su sentido de la autoeficacia como padres/cuidadores y jugar el papel que verdaderamente tienen como dueños de sus vidas y de las decisiones sobre sus hijos/as.  

Así pues, desde el CDIAT Fundación Montañés reconoce la singularidad de cada una de las familias que acompaña, poniendo en valor que son las personas más influyentes y constantes en la vida del niño/a y, por tanto, los expertos en sus habilidades y necesidades. Por ello, nuestra misión es servir de apoyo durante un tiempo concreto en su vida, para facilitarles el acceso a la información, a los recursos disponibles y al pleno ejercicio de sus derechos y los de sus hijos.

 

Fases del proceso de Atención Temprana en Fundación Montañés

Los pasos que componen nuestro proceso de apoyo familiar en la atención temprana se resume en el siguiente cuadro:

 

La sociedad actual, exige también a la AT, metodologías y formas de proceder actuales, exige avance y revisión constante de lo que estamos haciendo para ajustarnos a sus demandas y para apoyar procesos de desarrollo de manera natural y única.

Si tienes dudas sobre el desarrollo de tu hijo o hija, no dudes y ponte en contacto con nosotras. Desde el equipo de Atención Temprana de la Fundación Montañés estaremos encantadas de poder ayudarte y acompañaros en este proceso.